martes, 26 de abril de 2011

EL MISTERIO DE LA MORTALIDAD INFANTIL


EL MISTERIO DE LA MORTALIDAD INFANTIL

La Enseñanza de la Sabiduría Occidental también explica lógicamente cómo la mortalidad infantil, que ha traído tanta aflicción y sufrimiento al mundo, es realmente la acción misericordioso de una ley benéfica que impide una calamidad todavía mayor. La comprensión, del modo cómo trabaja esta ley nos enseñará cómo podemos nosotros impedir esta anomalía y salvarnos del sufrimiento inherente a la prematura partida de esos amados rayos de sol, que por desgracia tan frecuentemente dejan nuestro corazón frío y desolado.
Inmediatamente después de la muerte, pasa ante el espíritu un panorama de la vida recién terminada. Por medio de la contemplación de este panorama, éste es grabado sobre el cuerpo de deseos, y cuando el alma entra al mundo de los deseos y emociones, siente con una viveza incomprensible para nosotros en nuestro presente estado, los errores de la vida pasada, al cavilar sobre las escenas o cuadros en los cuales hizo el mal. Eso es el purgatorio, y del sufrimiento que allí se experimenta, el alma extrae la consciencia, que lo guarda de caer en malas acciones en vidas futuras. También goza con increíble intensidad del fruto de las virtudes practicadas en la pasada vida, así como de los buenos actos. Eso es el cielo, y de
este gozo proviene el incentivo para vivir conforme a ideales todavía más elevados en el futuro. Así es como el espíritu cosecha los frutos de consciencia y de aspiración elevada, extrayéndolos de la contemplación tranquila del panorama inmediatamente después de la muerte.
Cuando esta contemplación es perturbada, como en el caso de muerte en el campo de batalla, o por incendio, ahogamiento, u otros accidentes, las horripilantes circunstancias concurrentes hacen imposible para el espíritu del que se va, el dar atención completa a la revisión panorámica de la vida pasada. También este es el resultado cuando las explosiones histéricas de los parientes actúan de una manera similarmente desconcertante. Bajo tales condiciones, el grabado sobre el cuerpo del deseos es débil, y por consecuencia los sentimientos de gozo y pesar no son sentidos en agudeza suficiente en la existencia postmorten para crear la consciencia que guíe al espíritu en su próxima vida terrestre, o los ideales que lo hacen progresar. Ha sembrado, pero no ha recogido; la vida ha sido vivida en vano, y en su próxima vida terrestre, el hombre todavía estaría sujeto a los vicios que le acosaron en la vida recién terminada; las virtudes alcanzadas en la vida precedente tendrían
que ser forjadas de nuevo. Así es que el alma sería lanzada al mar de la vida como un barco sin brújula para guiarle hacia un cielo de reposo, y estaría condenada a vagar sin objeto por toda una vida. Por extraño que parezca, la muerte en la infancia bajo tales condiciones es designada por la amorosa bondad de Dios con el fin de conjurar la calamidad producida por la crueldad, el descuido, o la falta de consideración, y para dar al espíritu que está por llegar una bonancible entrada a la vida. El método de lograr este objeto es como sigue:
En su camino al renacimiento, el espíritu recoge materiales para una nueva mente, un cuerpo de deseos, un cuerpo vital y un cuerpo denso. Así como un período de gestación precede al nacimiento del cuerpo denso, así también sucede con las vestiduras más finas. El nacimiento del cuerpo vital a los siete años de edad inaugura el crecimiento rápido; el de la naturaleza de deseos a los catorce trae la adolescencia e introduce a la edad emocional, y a los veintiuno, cuando nace la mente, la razón ilumina el sendero para subyugar la emoción y guiarnos a través de la vida.
Lo que no ha nacido no puede morir; y cuando el cuerpo denso de un niño muere antes de la edad de la adolescencia, la gestación del cuerpo de deseos se completa en el primer cielo, una parte del mundo del deseo (llamada "tierra de veraneo" por algunos), donde le son inculcados nobles ideales y aversión al mal por parte de algunos instructores devotos. Allí a los niños se les enseña una moralidad superior mientras se entretienen jugando con los colores y con juguetes vivientes tan bellos, que si pudiésemos verles, olvidaríamos nuestro pesar y agradeceríamos a Dios Su bondad. Después de unos pocos años, estos afortunados niños nacen a menudo en la misma familia y son más nobles de lo que hubiesen sido si no hubiesen tenido la experiencia resultante de la muerte en la infancia.
El ocultismo oriental nos dice, que no deberíamos afligirnos por los que mueren, porque el nacimiento es tan cierto para los que mueren, como la muerte para los que nacen. Esto es cierto, pero es tan frío como el mismo ocultismo. La mortalidad infantil es tan triste, es una anomalía tan patente en la naturaleza, que anhelamos un rayo de esperanza que consuele nuestros corazones cuando el Angel de la Muerte se ha llevado la luz del sol de nuestros hogares. La enseñanza de Sabiduría Occidental habla tanto al corazón como a la mente; nos muestra una ley que trabaja para el bien para corregir nuestros errores; alumbra el sendero del pesar con el rayo de la esperanza y nos enseña cómo salvarnos de este pesar en vidas futuras por medio de la abolición de la guerra, teniendo cuidado de evitar los accidentes, y
siendo considerados con los amigos que parten de este mundo, no perturbándoles con lamentaciones egoístas a la hora de la muerte.
La Enseñanza de la Sabiduría Occidental da valiosas instrucciones para el cuidado de los que mueren, y nos dice como podemos ayudarles, a la hora de partir a aprovechar el crecimiento anímico más grande posible de la vida que recién termina. Así es que esta enseñanza es de beneficio práctico en toda eventualidad de la vida y de la muerte.

del libro Cristo o Buda

por ANNET C. RICH
Prologo por MAX    HEINDEL

*

No hay comentarios:

Publicar un comentario